15 de febrero de 2001

Una bendición que duró 18 años

Escazú despide a su cura querido

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El padre Walter en 1983.


Artículo principal - Edición No. 225 - Febrero de 2001

Marco Antonio Roldán

Aquel 7 de febrero de 1983, los vecinos de Tierra Blanca de Cartago despidieron con lágrimas en sus ojos a quien había sido su guía espiritual durante cinco años. Ese hombre simpático y jovial, de espíritu emprendedor y sumamente sensible al dolor ajeno, se había ganado, en un período de un lustro, el cariño de todos sus feligreses.

Con una misa que comenzó a las 9 a.m. y se extendió hasta la 1 p.m., los vecinos de Tierra Blanca despidieron al padre Walter Howell Castro con discursos y homenajes, y a las 4 de la tarde una caravana de 11 buses y decenas de vehículos acompañaron al sacerdote hacia su nuevo destino: la Parroquia de Escazú.

Al son de las campanas y con una iglesia colmada de fieles, los escazuceños dieron la bienvenida a su nuevo cura párroco, esa persona de quien nunca se imaginaron que los iba a acompañar durante 18 largos años, y que se caracterizaría por su gran carisma y voluntad en la consecución del bienestar de los más necesitados.

Todo lo bueno se acaba

El pasado 24 de diciembre, en la misa de las 7 p.m., el padre Walter anunció a sus feligreses, luego de varios días de tenerlo escondido, la triste noticia de que el Arzobispo le comunicó su traslado a la Parroquia de San Bartolomé de Barva de Heredia. Toda la iglesia se sumió en un ¡Aaahhh...!, seguido de un efusivo aplauso que parecía interminable.

En un acto de obediencia, el padre Walter ha aceptado con resignación la determinación del arzobispo de San José, Monseñor Román Arrieta Villalobos, quien declaró que esta medida es necesaria ya que “la sangre sacerdotal debe circular en el cuerpo de la Iglesia.”

El padre Walter expresó que la partida de Escazú le produce una tristeza muy grande, porque para la mayoría de la gente él era como el papá y ellos como los hijos, “en uno va creciendo un sentimiento de paternidad tan fuerte y de un momento a otro se siente que le arrancan toda esa parte.”

Según el sacerdote, nunca pensó que iba a estar tantos años en Escazú, pues en su nombramiento se estipulaba que era por cinco, y nunca supo porqué se sobrepasó ese tiempo, pero piensa que quizás tuvo algo que ver las muchas obras que él había iniciado y que se le dio la oportunidad de darles continuidad.

En total, treinta y dos parroquias de la Arquidiócesis sufrirán cambios de cura, no obstante, el número de sacerdotes que serán removidos de su cargo asciende a 56, dado que se incluye a 24 coadjutores (ayudantes del párroco).

La comisión de eventos especiales de la parroquia, junto a todos los grupos apostólicos, están preparando, para el domingo 4 de febrero, a las 3 p.m., la misa de despedida del padre Walter. Luego de la ceremonia saldrá una caravana de vehículos que lo acompañará hasta la parroquia de Barva de Heredia. Ese mismo día, a la 7 p.m., el padre Walter oficiará su primera misa como cura párroco de ese lugar.

Entretanto, también se prepara la bienvenida que se le dará a su sucesor, el Pbro. Javier Román Arias, de 38 años de edad, que llega procedente de la Parroquia de Desamparados, donde tenía 5 años de servir como cura. Su primera misa en Escazú será el lunes 5 de febrero, a las 7 p.m.

Guiado por el amor

Todas las obras que el padre Walter realizó durante su curato en Escazú fueron importantes, pero la más trascendental de todas es, sin duda, el Diezmo de Dios, que instituyó durante su permanencia en la Parroquia de Tierra Blanca de Cartago y que consiste en dar la décima parte de sus salarios o ganancias para ayudar a las personas afligidas por la pobreza.

A su llegada a Escazú, el sacerdote logró convencer a los feligreses de la importancia de pagar el diezmo, pues es la parte que, de acuerdo con la Biblia, se le debe a Dios, y así obedecer el mandamiento de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

El diezmo fue todo un éxito en Escazú e hizo realidad el milagro de llevar alimento y bienestar social a las familias más pobres del cantón. Esto posibilitó la apertura de un comedor para niños, una bodega de alimentos denominada La Bodeguita de Dios, un consultorio médico, un consultorio psicológico, dos clínicas dentales, un consultorio jurídico y una funeraria.

Con el diezmo se han construido más de 50 casas en la Ciudadela del Diezmo y en lotes separados. Se han otorgado más de 120 becas a estudiantes sobresalientes, se han realizado operaciones en el exterior y se han comprado medicinas costosas que no da la Caja de Seguro Social.

Su desvelo por los ancianos pobres y su interés por los niños y los jóvenes, impulsó al padre Walter a fundar los Hogares de Magdala en 1984 y la Casa Pastoral de la Juventud en 1989. El primero cerró sus puertas el año pasado por supuestos problemas de conducta moral de sus encargados, por lo que los ancianos debieron ser trasladados al salón parroquial, donde se encuentran actualmente.

Durante 18 años, Escazú ha sido ampliamente bendecido por la calidad humana de este cura singular. Hoy, al decirle adiós de manera irremediable, sabemos que su obra perdurará por siempre en el alma de un pueblo agradecido que jamás lo olvidará.




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