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El padre Walter saluda al papa Juan Pablo II, en la sala de audiencias “Pablo VI”, del Vaticano, en octubre de 1984.
Continuación de El cura de los pobres (1º parte)
Artículo principal - Edición No. 217 - Junio de 2000
El desempeño del curato en la Parroquia de Tierra Blanca de Cartago constituyó, para el padre Walter, una escuela en lo que se refiere a la preparación y formación en ayuda a los pobres, que le serviría luego para continuar con mayor plenitud la obra del diezmo en Escazú.
Después de servir cinco años en esa parroquia, fue trasladado a la de nuestro cantón, el 7 de febrero de 1983, cuando faltaban tres semanas para la visita del Papa a Costa Rica. El 13 de marzo siguiente, inició la recolección del diezmo en Escazú, y hasta la fecha, continúa siendo el milagroso medio con el cual se lleva alimento, bienestar social y hasta viviendas, a las personas más pobres de la comunidad.
Una vida de actividad
A las 5 en punto de la mañana, cuando la luz del alba domina el firmamento, el padre Walter se levanta “como un resorte” de su cama y practica durante 30 minutos unos ejercicios en su habitación; luego se baña, ordena el cuarto y tiende su cama. Es sumamente ordenado, pues cualquier cosa que encuentra en el suelo, la recoge.
De 6:30 a 7 a.m., hace las oraciones propias de todo sacerdote, las que realiza en la capilla y a veces en su dormitorio.
Posteriormente, lee el periódico La Nación casi a “velocidad luz”, pues dice dedicar de tres a cinco minutos a revisar todos los títulos y leer completas las noticias que más le interesan. El sistema de “lectura en bloque”, le permite leer con esta extraordinaria rapidez.
Pasadas las 7:30 a.m., disfruta de un sencillo desayuno, que consiste siempre en frutas dulces: melón, mango, papaya o licuados de vegetales verdes, pues es vegetariano y naturista. Nunca toma café, té, chocolate ni ninguna bebida que contenga azúcar blanca.
A las 8 de la mañana llega a trabajar a su oficina. Generalmente inicia su jornada leyendo correspondencia, contestando cartas y llamadas telefónicas. Cada día es diferente en relación a sus actividades.
Cuando el reloj marca las 12 mediodía, se dispone a almorzar. Es su última comida del día, y se compone de una ensalada de hojas verdes: apio, culantro, perejil, escarola, mucha alfalfa y verduras al vapor.
Seguidamente, camina durante media hora, y luego, acostado en su cama, efectúa un relajamieto físico y mental durante veinte minutos.
Más tarde, se dedica a leer por espacio de hora y media a dos horas sobre temas de teología mística, en especial sobre historia y biografía de personajes célebres.
Los lunes y martes, durante las tardes, brinda consejería y escucha confesiones. Los martes y jueves, por las mañanas, atiende a las parejas que se van a casar y a sus testigos, dedicando unos 45 minutos en cada pareja. Los viernes siempre visita en su domicilio a los ancianos y enfermos más graves de la parroquia.
Su único día libre es el miércoles, y cuando no tiene reunión de sacerdotes, lo dedica a revisar y actualizar sus más de 60 álbumes de historia del clero en Costa Rica, de descubrimientos arqueológicos, astronomía, aviación, carrera espacial, ecumenismo, judaismo, historia patria, arte (sobre todo religioso) e historia del pontificado, entre otros temas, y disfruta sobremanera facilitando estos documentos a los estudiantes.
Ha sido el sacerdote más viajero, y conoce 31 países, nueve de América, quince de Europa, seis de Asia y uno de África. Ha visitado en siete ocasiones el Vaticano y ha tenido la oportunidad de conversar con el papa Juan Pablo II unos pocos minutos. Los viajes que más lo han fascinado fueron los que realizó a la India, China, Rusia, Turquía y Japón.
Entre los regalos más grandes que le ha proporcionado la vida, aparte del sacerdocio, según dice, ha sido el de haber concelebrado tres veces con el Papa la Santa Misa. La primera vez, el 3 de marzo de 1983, en La Sabana, durante la visita del Sumo Pontífice a nuestro país. La segunda ocasión, el 9 de octubre de 1984, en el altar papal de la Basílica de San Pedro, en Roma, y la tercera vez, el 22 de enero de 1998, en La Habana, Cuba.
Considera también que la vida lo ha premiado con el honor de haber estado tres veces con la madre Teresa de Calcuta, dos en Roma y una en Costa Rica, en 1984 y 1988, y el haber conocido personalmente a dos mártires: monseñor Oscar Romero, arzobispo de San Salvador, martirizado el 24 de marzo de 1980, y a monseñor Juan Gerardi, obispo auxiliar de Guatemala, martirizado el 26 de abril de 1998.
Una de sus particularidades, es la de ser un tenaz coleccionista de objetos antiguos, tales como imágenes de madera, cuadros religiosos, libros, documentos importantes, ollas, planchas, máquinas de coser y de escribir, monedas, estampillas, billetes, llaves, fotografías, etc., convirtiendo la casa cural en un verdadero museo.
Servir a sus semejantes con mucha alegría en el corazón, es el mayor logro en la vida de este singular sacerdote, que tiene bien ganado el cariño de sus feligreses.
Publicado originalmente en 1989
Versión actualizada año 2000
Versión actualizada año 2000
Ver video: Entrevista al padre Walter Howell 2001
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