15 de mayo de 2006

Helados de tres generaciones

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Cada domingo, muchos escazuceños hacen su parada obligatoria para satisfacer tan dulce y refrescante antojo.


Artículo principal - Edición No. 277 - Mayo de 2006

Marco Antonio Roldán

En una cálida mañana de domingo del año 1947, un joven de 19 años de edad, de nombre Amado Álvarez Fonseca, se dirige caminando y empujando su carreta cargada de helados desde su casa en Rohrmoser hasta Escazú.

El muchacho llega a San Rafael y aprovecha la salida de misa para vender sus helados, seguidamente, se traslada hasta el centro de Escazú y hace la venta en un partido de fútbol en la desaparecida plaza (actual parque), y un poco que le sobra lo vende a su paso por varias calles.

Los escazuceños que los saborearon por primera vez, quedaron simple y sencillamente deleitados con el gusto y sabor tan singular de los refrescantes helados caseros, hechos por el mismo joven que los vendía.

Los precios de los conos era de 10 y 15 céntimos los tamaños pequeño y regular y el más grande a peseta (25 céntimos). Es decir, con 1 colón disfrutaba toda la familia.

Unos años antes, Amado ya vendía helados con su carreta los sábados y domingos en Pavas y Rohrmoser.

El joven Amado no se pudo imaginar que esa primera experiencia de vender sus deliciosos helados en Escazú y que tuvo tan buena acogida, la continuaría repitiendo cada domingo durante 59 años, hasta el día de hoy. En total, más de 3000 domingos.

Y es que la receta mágica de sus helados la aprendió mientras trabaja en la residencia de doña Elena Lahmman de Rohrmoser, que estaba ubicada en el lugar denominado Bajo de Amón, en San José, cuando era un jovencito de tan solo 13 años.

El secreto se lo enseñó una cocinera que también trabajaba en esa casa y a la que le correspondía hacer helados para consumo de la familia. Amado le ayudaba haciendo girar la manivela de la máquina sorbetera, hasta que el helado cortara.

Oriundo de San Pedro de Valverde Vega, a la edad de 12 años, Amado se traslada, junto a sus padres y 6 hermanos, a trabajar con los hermanos Rohrmoser, dueños de una inmensa finca cafetalera y beneficio, que se extendía por lo que hoy es Rohrmoser y parte de San Rafael de Escazú y La Verbena, en Alajuelita. En ese lugar laboró como peón y mecánico por 31 años.

A la edad de 16 años abrió una pulpería en Rohrmoser, en la casa de un amigo que era su socio. Iniciaron el negocio con apenas ¢800 aportados por él y ¢1000 del compañero. Allí compraron una máquina sorbetera y vendían helados y granizados los domingos.

Una dulce tradición

Amado Álvarez Fonseca, con su carreta de helados y a sus 78 años de edad, es en la actualidad toda una figura y tradición que ha endulzado a tres generaciones de escazuceños, pues los helados que muchos abuelitos saborearon en su niñez y juventud, también los disfrutaron sus hijos y hoy los nietos. ¡Y vendidos y preparados por la misma persona!

Al igual que hace seis décadas, Amado ofrece sus helados frente a la iglesia de Escazú, desde las 8:30 a.m. hasta después del mediodía. Casi siempre le sobra algo de helado, el cual vende en un recorrido de varias calles hacia el este y sur del parque, donde la gente es avisada con su particular grito: “Helados, helados.”

A principios de la década de los 90, debido a la epidemia del cólera que afectó al país, Amado permaneció durante seis meses sin vender su producto, pues el Ministerio de Salud prohibió las ventas ambulantes de todo tipo de alimentos con alto riesgo de transmitir la bacteria.

Más tarde volvió a su querido negocio de los helados, pero con la modalidad de ofrecerlos en un vasito desechable, con cuchara y el cono encima para que no le falte. En la actualidad también vende el helado tradicional (solo con el cono) en tamaños de ¢150 y ¢200. En vaso desechable, los precios oscilan de los ¢250 a ¢500.

Últimamente lo acompañan dos nietos en la labor de venta: Karen Tatiana, de 11 años de edad, que se encarga de cobrar y así se evita tener que tocar el dinero, y Jean Carlo, de 14 años, quien lo ayuda a empujar la carreta. Ambos nietos están bajo su tutela, ya que sus padres fallecieron.

Antes de que cante el gallo

Los domingos, a las 2 de la madrugada, Amado comienza la labor de preparar aproximadamente 38 galones de helados, operación que demora unas cinco horas.

Entre las 2 y 3:30 a.m., se dedica a preparar y mezclar los ingredientes y como a las 4 a.m. las dos máquinas de sorbetera, con capacidad de 4 galones cada una, empiezan a funcionar durante tres horas, hasta que el helado se corta y adquiere la consistencia cremosa que debe tener. A las 7 de la mañana el producto está ya listo.

Para preparar los 38 galones, gasta 30 latas grandes de leche evaporada, 5 kilos de leche en polvo, 2 kilos de harina, 14 kilos de azúcar y otros ingredientes secretos que le dan ese toque especial de sabor.

También requiere de 3 marquetas de hielo y unos 45 kilos de sal; estos ingredientes, aunque no forman parte de la crema, son imprescindibles para que las máquinas puedan cumplir su función y para mantener el helado refrigerado en la carreta mientras se vende.

La receta, según dice, la ha variado un poquito desde el principio, con el propósito de que la gente no se aburra de lo mismo, pero manteniendo siempre el gusto original.

Aunque confiesa sentirse algo cansado, Amado no piensa todavía retirarse y dice que continuará adelante hasta donde la salud se lo permita.

Este tenaz heladero, quien reside en Escazú desde 1969, mostró desde su juventud una gran pasión por la música. Fue director del mariachi Estrella de América e integrante del mariachi Costa Rica, el trío Los Juanes, la Rondalla Escazuceña, el grupo los Típicos de Escazú, entre otros, y hoy día toca con un trío de San Antonio, al lado de Antonio Marín y Rigo Sandí. El teléfono para contrataciones es el 228-4134.

Casado desde hace 55 años con la señora Haydeé Sánchez Saborío y padre de siete hijos, 23 nietos y dos bisnietos, actualmente está pensionado, luego de trabajar 22 años como mecánico de tractores Same en la empresa Saturnia, S.A.

1 comentario:

Marta Herrera dijo...

Hola soy Martha Herrera y vivo en Ensenada, Baja California, Mexico y me encanto ver este personaje, Amado el de los conos, que cada domingo despues de misa papi nos compraba un cono alla por 1975. que alegria tan grande volverlo a ver. los felicito por darme esa alegria estando en estas tierras lejanas, al lado de mi amado esposo Saul y mis hijos. muchas gracias y un fuerte abrazo a don Amado, que dios lo bendiga, hasta pronto, bye bye.

(Publicado originalmente el 30/08/08)

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